El Barcelona a lo suyo, la excelencia. Pasan las jornadas y no se atisba que el equipo del Guardiola pueda tropezar ni siquiera al menos una vez con una piedra. Y mucho menos, con dos. Como ahora necesitan desde el R. Madrid para poder tener opciones de ganar la liga. Esta semana le han reprochado a Guardiola que su equipo juega y gana a medio gas. La respuesta del entrenador no pudo ser más explícita. “Y una mierda”. No le falta razón. Como si la excelencia fuera algo fácil y ramplón. Otra cosa es que parezca fácil, pero no lo es. Conseguir jornada a jornada ganar y jugar de la manera como lo hace el Barça nunca puede ser considerado como algo vulgar, repetitivo o redundante. Debe ser considerado como lo más próximo que un equipo de fútbol se ha acercado a la perfección y a la belleza en este bendito deporte.
Este Madrid ya se parece mucho a los anteriores. La llegada de Mourinho y de una serie de fichajes dotó al Madrid de, al menos, un sello, una manera identificativa de juego. El Contraataque. Además, los nuevos se acoplaron a la perfección desde el inicio. Özil y Di María han encajado muy bien en el engranaje que quiere Mourinho. Sin embargo, un fondo de armario más bien corto, ha propiciado que Mourinho haya tenido que tirar de los mismos casi en todos los envites. Uno de los más desgastados es el extremo argentino Di María. Su rostro refleja un cansancio evidente, no lo puede ni ocultar. El extremo termina todos y cada uno de los partidos al borde del colapso. Este cansancio propicia que el arrollador despliegue físico que mostraba el R. Madrid hasta ahora, se torne en gris y que los partidos ya no se `maten’ como se hacía antes. Pese a todo, los blancos terminan ganando (salvo con el Almería) sus partidos. Eso sí, sufriendo y gastando todas las balas de la recámara. Es un Madrid que recuerda mucho al Madrid de Juande Ramos y de Pellegrini. No jugaban a nada definido, eso sí, ganaban sus partidos. Así, el Madrid de Pellegrini se convirtió en el segundo con más puntos de la historia de la liga. Los blancos están bajo mínimos y todavía tiene que llegar la parte más exigente de la temporada.
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