14 de Mayo de 1994. A la última jornada de liga se llegó sin conocer aún el nombre del equipo campeón. Dos eran los clubes que tenían opciones. El Deportivo era el líder con un punto de ventaja y el que dependía de sí mismo. El Barcelona era el segundo y debía esperar un tropiezo de los coruñeses. Ambos equipos jugaban su partido decisivo en casa, frente a su afición. El Deportivo recibía al Valencia y el Barça al Sevilla. La fiesta tan solo podía vivirse en un estadio. A Coruña y Riazor se vistieron de gala para vivir el día más importante en la historia del club gallego. Por aquel entonces, las vitrinas del Deportivo aún se encontraban vacías de títulos oficiales. Esa tarde de Mayo, los coruñeses podían ganar su primer título de liga. Dependían de sí mismos. Sin embargo, el gol de la victoria se hacía esperar. Mientras tanto, a cientos de kilómetros, en Barcelona, los locales consiguieron remontar los goles (5-2) de los sevillistas Simeone y Davor Suker. Los andaluces se jugaban un puesto en competición europea. Sin embargo, los blaugranas liderados por el genial brasileño Romario, que esa tarde alcanzó los 30 goles en liga, y por un equipo inolvidable, consiguieron marcarse el objetivo de ganar de manera holgada y esperar noticias de Riazor. Los minutos pasaban, no había goles en Riazor y los coruñeses no conseguían ese tanto que les daba el título de campeón de liga. En el Camp Nou se dejaban las orejas pegadas a los transistores. Las emisoras de radio echaban humo en esos tiempos en los que internet como lo conocemos ahora era ciencia ficción. El tiempo apremiaba en A Coruña y se ralentizaba en Barcelona. El tiempo subjetivo, oiga. Sin embargo, cuando en Barcelona ya soñaban con el milagro de un nuevo título al final del final, tras los dos conseguidos gracias a los sendos tropiezos del Madrid en Tenerife, desde Riazor llegó una noticia que dejaba ese potencial nuevo campeonato para los blaugranas a una distancia de tan solo 11 metros. Última jugada del partido en Riazor, penalti a favor de los locales.
El Deportivo se encontró con la mejor de las oportunidades para entrar en la historia del campeonato de liga español. Ya en la prolongación del encuentro, en una acción más a la desesperada que elaborada de los coruñeses, Nando fue objeto de penalti por parte del valencianista Serer. La euforia se instaló en Riazor y el desconcierto en el Camp Nou, donde no creían ya que el Depor fuese capaz de marcar el tanto del triunfo. El encargado de lanzar el penalti para los locales era Donato, sin embargo, el incombustible mediocentro ya no se encontraba en el terreno de juego. El siguiente era Bebeto, pero el brasileño se escondió en su madriguera y no quiso ni acercarse por la zona. La pelota quemaba, pesaba. EL encargado de pasar a la historia, pasase lo que pasase era el central Serbio Djukic. Once metros, un punto de penalti, una pelota que pesaba cual balón medicinal, una portería cada vez más pequeña y con más trampas a los ojos del serbio, y un portero en frente dispuesto a detener el lanzamiento. González, guardameta del Valencia. Djukic ni siquiera miró a su oponente, Intentó concentrarse en el balón. Fijó su mirada en él, se concentró y deseó pegarle con todas sus fuerzas. Sin embargo, sus piernas no respondieron a su mente. Temblaban. Se quedaron sin fuerzas justo a la hora del golpeo. El disparo fue flojo, centrado. Fácil para el portero, que celebró el error del central como una victoria. Tiempo después se supo que González estaba primado por dejar su portería a cero. Riazor lloró, el Camp Nou no podía dejar de reír. La alegría y la tristeza recorrieron España de oeste a este a la velocidad de las ondas hercianas. El Barcelona repetía título por cuarto año consecutivo, algo inaudito en el conjunto blaugrana y que puso fin a una época dorada en Barcelona, el Dream Team de Cruyff. Djukic fue el más valiente, el que dio el paso al frente para ser protagonista de una de las acciones más míticas que ha deparado la liga española de fútbol. El Deportivo tenía que esperar para engalanar sus vitrinas con su primer título oficial. Pese a la enorme tristeza, la espera no fue larga. Un año después, los Coruñeses pudieron celebrar su primer título nacional. La Copa del Rey…frente al Valencia.
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