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Ya no queda duda. Mourinho se ha convertido en el líder, no solo deportivo, sino también espiritual, del Real Madrid. Y como en toda institución, cuando el líder duda, el resto de estamentos, se contagia. En El Madrigal, el técnico portugués trasladó a sus jugadores los nervios con los que afrontó el partido ante el Villarreal. Un equipo que, hasta hace unas semanas arrollaba a sus rivales con una capacidad ofensiva de récord, ofreció en el Madrigal una imagen de equipo acomplejado y superado por las circunstancias.
Tan solo una genialidad de Özil y un nuevo gol de Cristiano Ronaldo permitieron respirar al Real Madrid en El Madrigal. Antes, desorden equilibrado. Después, caos absoluto, contagiado a los jugadores desde el banquillo. Primero por Rui Faria, desafortunado protagonista por cuarta vez en esta Liga. Luego, por el propio Mourinho que con sus actuaciones corrompe a unos futbolistas que en casos concretos necesitan poca mecha para estallar. Ahí están de nuevo los ejemplos de Sergio Ramos y Pepe, empeñado una vez más en ofrecer una imagen de cafre y de futbolista engullido por su personaje.
Y todo
esto, porque Mourinho hace y deshace a su antojo desde su llegada al Real
Madrid. Quiso más poder en el club y se cargó a Valdano. Unos meses bastaron
para que Florentino Pérez se decantara por Mourinho, flamante nuevo manager del
equipo. En dos temporadas en el club blanco ha destacado por una larga lista de
conflictos, desde ataques a compañeros, hasta el culmen negativo que supuso el
dedo en el ojo a Tito Vilanova.
Sin
embargo, ni siquiera ese grave incidente mermó la libertad con la que Mourinho
se maneja en el Real Madrid. Tampoco le restó popularidad entre los aficionados
blancos, al contrario. El trofeo Santiago Bernabéu se convirtió en un pequeño
homenaje al entrenador portugués, donde se vieron pancartas tan ridículas como
la de Mou, tu dedo nos señala el camino. Sin
duda, un claro ejemplo de cómo ha calado en el madridismo el estilo Mourinho.
La imagen del Real Madrid se devalúa tras cada esperpento, pero la figura de Mourinho sale cada vez más
reforzada dentro del club. El técnico
portugués posee una extraordinaria capacidad de embrujo y encanto para
revertir situaciones contrarias. Es un encantador de madridismo. El próximo partido en casa contra la Real Sociedad será de nuevo un barómetro para confirmar si, como se prevé, la afición del Real Madrid continúa con su apoyo incondicional a su entrenador. Una afición huérfana de un líder, de un defensor del madridismo. Sin embargo, se trata de un líder temporal en una institución centenaria, en la que nunca se vivió en este continuo estado de crispación tan contagioso.
PUBLICADO EN http://futviu.blogspot.com.es/ 23/03/2012
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